viernes, 27 de julio de 2012

Review gastronómica: Helados de Petit Suisse (en el siglo XXI)



Los años 90 son probablemente la mejor década de la Historia de la humanidad. Nos dejaron grandes series, como El príncipe de Bel Air o Lleno, por favor; excepcionales cómicos como Seinfeld o Ángel Garó y discos irrepetibles, como Blood Sugar Sex Magik o el primero de los Mojinos Escocíos.
Pero los 90 sobre todo dejaron huella en el aspecto gastronómico, a saber: los tristemente desaparecidos Drakis (no, los Pandilla NO), el Push Pop (el caramelo retráctil favorito de los informáticos), el Boomy (la ropa de los actores lo peta) y como no, los Petit Suisse congelados.
Porque Danone en los 90 (antes de estos tiempos oscuros en los que no dejan de darnos a entender que Carmen Machi caga muy bien) era una marca muy molona y, entre otras grandes iniciativas, decidió que sus Petit Suisse se podían congelar, dando lugar a uno de los helados más ricos de la época estival. Y eso que por aquel entonces existían los de Ramón el faraón...

Tras esta introducción histórica, vamos al grano. Decidí comprobar si ese buen recuerdo que tenía de los helados de Petit Suisse era producto de la nostalgia o estaban de verdad así de buenos y me hice con un pack de seis en mi establecimiento habitual. Ya la primera impresión fue de que han menguado bastante de tamaño, aparte de que ya no tienen esas muescas características en el envase, siendo sustituidas por unas más estilizadas, pero propias de un Yoplait (muerte a Yoplait).
Obviaré detalles insignificantes acerca de la elaboración del helado y pasaré directamente al momento en el que ya está congelado.


El Grial
Ahí estaba, llevaba años sin verlo y parecía que no había pasado el tiempo por él. Me dispuse a sacarlo de su envase para saborearlo pero ofrecía una resistencia que ni Excalibur. Una resistencia que aunque lejana me resultaba muy familiar. "Había que meterlo en un vaso con agua para sacarlo", me apuntó mi hermano, y fue como si en mi mente se iluminaran recuerdos, cuan mapa del Age of empires explorado por una oveja.

Más efectivo que la onda vital para apagar un incendio
Y cedió. Y aunque ya no era tan grande ni bonito como antaño, no me importó. Le hinqué el diente (porque yo no chupo los helados) y me sentí como el crítico gastronómico de Ratatouille al probar el plato ídem (que la peli me pareció regulera, pero la referencia es apropiada). Me vi a mí mismo en la piscina, aquel verano del 96, degustando un Petit Suisse congelado mientras comentaba lo tarde que me había acostado viendo a la selección de waterpolo ganarle el oro a USA en su casa. Decidiendo si vería en el cine la película de la tropa Goofy o Un loco a domicilio. Riéndome del cutre que no tenía los palos oficiales de Danone y pinchaba su helado con mondadientes. Escuchando a Los Centellas. Los putos centellas. Viendo Tres pequeños ninjas. Vamos, que el helado estaba bueno, tal y como lo recordaba.

Veredicto: Delicioso o riconudo (como el peso atómico del Salchichonio).


Nota del autor: Os habréis percatado de que no menciono en ningún momento el hecho de que ahora los Petit Suisse se llamen Danonino. Pues eso.







No hay comentarios:

Publicar un comentario